«Hablo de continuidad. Se ha hecho un gran trabajo y ahora tengo que adaptarme al club y al equipo. Después veremos en qué se puede mejorar. Va a seguir un numero muy alto de jugadores a expensas de tres, cuatro, cinco o seis posiciones en las que creemos que se puede mejorar. Iremos viendo individualmente lo mejor. Cuento con todos y ya iremos desgranando». Son algunas de las líneas maestras que desgranó en su presentación Unai Emery, quien tal y como dejó entrever en su primer día asumirá una parcela de poder en la planificación, como viene siendo habitual, junto al núcleo del club, integrado por el presidente Fernando Roig, el director general, Fernando Roig Negueroles, y José Manuel Llaneza.

Un modelo que, a diferencia de lo que ocurre en otros equipos, en La Cerámica se sigue demostrando como crucial en el éxito. Entre otras cosas por el bagaje de sus integrantes y el trabajo de los técnicos que como primero Antonio Cordón, ahora en el Betis, o recientemente Pablo Ortells, fichado por el Mallorca, acaba siendo muy valorado tanto dentro como fuera del club. De hecho, con lo que se ha adelantado estos meses en principio no hay prisa para nombrar al relevo de Ortells (el exjugador Bonera sonó como candidato aunque también se contempla la promoción interna). Tampoco en la cantera al de Raúl Herrera, rumbo a un ambicioso proyecto en México, si bien en lo que se refiere a la escuela las decisiones urgen más.

En lo que respecta al primer equipo, será Emery quien en este entramado tenga voz y voto para decidir si prescinde de jugadores en la rampa de salida como Funes Mori o Carlos Bacca, con quien curiosamente coincidió en su etapa en el Sevilla. El técnico vasco, además, deberá igualmente filtrar el regreso de los cedidos: Miguelón y Raba (Huesca), Franquesa (Mirandés) y Pedraza (Betis).

También los de Ünal (Valladolid) y Jaume Costa (Valencia), aunque ambos parten con mayores opciones de quedarse, a menos que el turco acabe entrando en alguna operación de mercado debido a su revalorización en Pucela. La continuidad de Andrés Fernández, en la órbita del Huesca, es otro tema caliente junto a la elección de los jugadores del filial que entrarán en la dinámica del primer equipo. Todo ello sin perder de vista imprevistos como podría ser el traspaso de Pau Torres, en la agenda de algunos de los clubes más potentes de Europa.

No hay duda de que Emery, por trayectoria y experiencia, condiciona con su presencia un mercado en el que las incertidumbres este verano son mayores debido a la pandemia y la realidad económica del fútbol. De nuevo en Europa, para los groguets es vital acertar en las posiciones claves de cara a un curso en el que, con los pies en el suelo, lo normal es que también se aumente todavía más el listón de exigencia.

La sala de máquinas

El Villarreal está obligado a reconstruir su sala de máquinas con el adiós de Bruno Soriano y Santi Cazorla más la incertidumbre sobre la continuidad de Anguissa, un centrocampista al que se quiere retener pero no a cambio de la opción de compra con el Fulham que asciende a la friolera de 25 millones de euros. No hay duda de que la baja más complicada de cubrir es la de Cazorla, cuya aportación fue sublime en el último tramo liguero más allá del vacío simbólico a sus espaldas. El mejor colocado para sustituirlo es Óscar Rodríguez, que se sumaría a Moi Gómez, Manu Morlanes o Manu Trigueros como posibles variantes para Unai Emery.

En sustitución de Bruno, y a expensas de Anguissa, es donde entra en liza la candidatura del valencianista Coquelin, en la lista de prescindibles en Mestalla. Emery siempre ha contado en sus equipos con un mediocentro de su corte, aunque algo más físico. A sus 29 años le iría como anillo al dedo por el conocimiento que tiene de LaLiga aunque está por ver las condiciones en las que podría producirse el acuerdo teniendo en cuenta la necesidad del Valencia por hacer caja y el coste emocional del traspaso.