Las consecuencias deportivas de la pandemia y la reestructuración de categorías que ha anunciado la Real Federación Española de Fútbol condicionarán -y mucho- la competición esta campaña. El máximo organismo del fútbol nacional va a remodelar la Segunda ‘B’ con la pretensión de profesionalizarla y pasar de cuatro a dos grupos de 20 equipos, rebautizando el campeonato de bronce como Primera División RFEF. A ello le seguirá otra categoría llamada Segunda División RFEF por encima de la tradicional Tercera División, que pasará a ser el quinto escalón del balompié nacional.

Los integrantes de la Segunda ‘B’ 20/21, por tanto, se juegan su futuro como nunca antes lo habían, pues pueden quedar encuadrados hasta en cuatro categorías distintas debido al transitorio sistema de competición. Por exponerlo de forma sencilla, los conjuntos participantes pueden desde ascender a Segunda División hasta bajar a Tercera, la equivalente a la quinta división. Y lo harán en un formato que no permite arrancar aletargado el curso, pues el margen de maniobra se reduce a la mitad.

¿Cómo funcionará la nueva Segunda B?

Cada uno de los cinco grupos que componen la competición se dividirá entre ‘A’ y ‘B’, generando dos ‘mini ligas’ de diez conjuntos -once en el caso de los grupos de 22- en las que se definirá por qué objetivos lucha cada equipo en los 18 partidos de fase regular. Los tres primeros de cada subgrupo jugarán entre ellos para luchar por el ascenso a Segunda. Los equipos que queden entre el cuarto y el sexto -y el séptimo en grupos de once como el del Valencia Mestalla- se las verán para participar en la nueva Primera División RFEF (la nueva Segunda ‘B’) o descender una categoría a la Segunda División RFEF. Los cuatro últimos serán los más damnificados, pues su temporada se verá abocada a evitar el mal menor de jugar en la cuarta categoría (2º Div RFEF) o en la quinta (3ºDiv) del fútbol español.

De este galimatías competitivo lo que se extrae en claro es la necesidad de competir desde el primer día, pues la capacidad para reconducir un mal arranque se ve francamente limitada y es que para seguir siendo un equipo de la categoría de bronce ya no basta únicamente con eludir las últimas posiciones, sino que el formato obliga a competir por colocarse en la parte media-alta de la clasificación. Y es que la primera de las tres fases no solamente va a definir los objetivos de los equipos en las dos siguientes, sino que el hecho de llevarse los puntos, los goles y el resto de guarismos de una fase a otra también definirá las posibilidades de los equipos en las rondas subsiguientes.

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