No es que un servidor haya estado muchas veces en un submarino (sinceramente, creo que solo una y de visita en uno que atracó en el puerto de València cuando era un niño y apenas lo recuerdo), pero siempre me ha llamado la atención eso de mirar por un periscopio. El alivio y la alegría que debe generar a partes casi iguales echar una ojeada a través de él cuando estás en las profundidades y ver algo positivo, seguro que ofrece una sensación casi tan satisfactoria como la que tendrán los seguidores groguets, que ven cómo el Submarino ha puesto velocidad de crucero. Las vistas por el periscopio amarillo son muy, pero que muy buenas, tras doblegar al Valladolid con solvencia y ubicarse en la tercera plaza de la clasificación liguera transmitiendo muy buenas vibraciones.

Tampoco es que el Villarreal haya hecho un fútbol excelso en el apartado estético en la primera entrega del encuentro y pese a ello su superioridad ha sido aplastante en un periodo en el que el nivel de intensidad exhibido por el equipo de Unai Emery ha sido elevadísimo.

Quizás el máximo exponente de ese grado de atención haya sido un futbolista como Vicente Iborra -mucho tendrá que sudar Coquelin que ha estado casi perfecto en las vigilancias para, al menos durante los primeros 40 minutos, abortar con eficacia casi todos los intentos de salida de un Valladolid que cuando se ha querido dar cuenta ya estaba humeando en la superficie tras recibir dos torpedos directos a su línea de flotación.

El primer golpe lo ha asestado un exuberante Pedraza robando en una buena anticipación, marchándose por pura potencia por banda izquierda y sirviendo una pelota que Chukwueze ha rematadopor bajo a la red en el corazón del área (1-0).

Tan engrasadito da la sensación de estar el Villarreal ahora mismo que hasta en las ABPs está teniendo éxito y no ha dado la sensación de ser fruto de la casualidad. Un córner botado al primer palo, prolongado por Alcácer y remachado por Pau Torres ha supuesto el 2-0 y acto seguido Gerard Moreno, que reaparecía, ha estrellado con violencia en el poste una pelota que se le quedó botando -literal- y que a centímetros ha estado de convertirse en el 3-0.

En ese primer acto el Valladolid se ha limitado a desperdiciar una media ocasión de Waldo con un mal control en la frontal cuando se llevaba media hora de juego ya y a ver cómo el propio Waldo, en las postrimerías, ha cogido fatal un balón franco en el que ha llegado con claridad a zona de finalización por banda derecha. Esta última ha sido la única opción real de un conjunto, el de Sergio, que ha sido sometido durante ese periodo.

La renta era ya mucha para un equipo que anda sobrado de confianza y en la segunda parte Moi ha podido hacer el tercero antes de que lo lograse Gerard Moreno al cabecear un golpe franco botado por el mencionado Moi con la zurda -aunque parezca un detalle baladí, hasta ahí llega el nivel de confianza de los de Emery ahora mismo-. El vehemente Alberola Rojas ha anulado el tanto por un empujón tan cierto -porque haber hubo empujón- como leve.

Relajación final

Quizás esa acción en el m. 63 haya sido un punto de inflexión ya que como consecuencia o de la necesidad o de los cambios vallisoletanos, y quizás también por un exceso de relajación de los locales -ese puede ser el único pero que se le puede poner al equipo de Unai-, en los minutos finales el Valladolid ha dado un paso al frente y ha estrellado dos balones en la madera por mediación de Kike y Marcos André que podían haber metido en un postrer e inmerecido lío a los 'groguets'.