Los gobiernos y hasta el Parlamento europeo se han apuntado a la resistencia. Lo hizo el ejecutivo francés felicitándose por la renuncia momentánea de sus clubes. Le siguió el inglés, cuyo presidente, Boris Johnson, garantizó que «hará todo lo que sea posible para bloquear la participación» de los seis equipos ingleses. Y al final del día apenas quedó ninguno sin pronunciarse, incluido el español. Aunque el silencio se impone en la mayoría, nada que extrañe, también lo hicieron algunos futbolistas como Cancelo . Cierto que no muchos pero sí algunos tan relevantes como Jurgen Klopp: «No tengo problemas con la Champions, me gusta que el West Ham pueda jugarla». Y es que la nueva competición amenaza no solo a la actual Liga de Campeones. Es también una condena para las ligas domésticas. «Desaprobamos una Liga separatista», denunció la FIFA.

PÉRDIDAS Los 700 millones que han dejado de ingresar por la pandemia los 12 disidentes explican porqué se ha acelerado la Superliga, cuya aspiración es arrancar en agosto de 2023. No son los únicos en crisis, aunque es cierto que el modelo ha sacudido con especial virulencia a los más ricos. España es un ejemplo: el Real Madrid está embarcado en la mega-reforma del Bernabéu y tanto Barcelona como Atlético tienen números rojos. Laporta ha dado el sí tras conocer los detalles pese a sus dudas iniciales, mientras que Miguel Ángel Gil se mantiene como vicepresidente de LaLiga en una pirueta imposible. Javier Tebas ha convocado el jueves reunión para todos sus integrantes, a excepción de los rebeldes. Es un secreto a voces que esto le ha pillado a contrapié y que necesita tiempo para interpretar el escenario e informar de la situación.

Clubes valencianos

Los equipos de la Comunitat han respaldado sin excepción el comunicado en el que la patronal tilda de «secesionista» y «elitista» la ambición de los más ricos del Viejo Continente. Desde la Federación, Rubiales reclama unidad: «Seguiremos buscando el bien general y no el de unos pocos».