Fútbol

Lo que no se vio del Marruecos-Perú en Madrid: protestas políticas, dos equipos locales y un estadio medio vacío

Tras los incidentes con claros tintes racistas de las horas previas, ambas aficiones disfrutaron en armonía del amistoso disputado en el Metropolitano

David López Frías

“¡Vamos Perú que hoy jugamos en casa!”. Era el grito desgarrado de un peruano que ondeaba una bandera rojiblanca la tarde del martes a las puertas del estadio Metropolitano. Señalaba la gigantesca tela rojiblanca izada a la entrada del coliseo del Atlético de Madrid, antes del amistoso que la selección americana jugó ahí contra Marruecos

Ambas hinchadas comparten colores, lo que sumado a la amplia comunidad peruana en España, hizo que la afición del equipo sudamericano se sintiese igual que jugando como local. Un sentimiento compartido con la otra mitad del campo. La comunidad magrebí en nuestro país es aún más numerosa que la andina, lo que llenó los aledaños del campo con estrellas verdes sobre fondo rojo.

Acusaciones de racismo

Un partido amistoso entre dos naciones con mucha afición en España. Y una serie de incidentes surrealistas que empañaron la previa. Los futbolistas peruanos mantuvieron en la víspera un enfrentamiento con varios agentes de la Policía Nacional que intentaban controlar la presencia de aficionados sudamericanos en el hotel de la selección.

Era la comidilla de los aficionados antes del encuentro. “Pues qué ridículo de la policía, ¿no?”, comentaba Mario, un peruano residente en Móstoles que, a sus 33 años, iba a ver por primera vez jugar en directo a su combinado nacional. Racismo, aseveraban algunos hinchas comentando el suceso. Despiste, se atrevía a deslizar otro, mientras la multitud gritaba a los grupos de aficionados que intentaban saltarse la cola.

Disturbios en la víspera del partido

Hubo disturbios en la víspera y conatos en las horas previas. El motivo fue la manifestación de un grupo de activistas peruanos contra el gobierno de su país. Protestaban por la represión, por el encarcelamiento y muerte de centenares de compatriotas en los disturbios de febrero en el país andino. Protestaban también por la celebración del partido, que consideram “una herramienta de propaganda del régimen”. Una premisa que no gustó a muchos compatriotas que estaban presentes en el partido y fueron a recriminárselo. Casi vuelan los golpes.

Por la otra parte, Marruecos, que también podría reclamar la categoría de equipo local por el porcentaje de aficionados que congregaron. Los Leones del Atlas también fueron objeto de un ataque xenófobo la noche antes del partido: recibieron insultos racistas en redes sociales por parte de uno de los empleados del hotel en el que se alojaron. Una polémica que acabó con el sujeto despedido y detenido por la policía.

Incidentes ambos que calentaron la previa y que, temían las autoridades, podían tener continuidad en las horas previas al encuentro. Nada sucedió finalmente, más allá de que ambas aficiones mostraron un comportamiento ejemplar y un apoyo tirando a escaso. Porque, contra todo pronóstico, en el Civitas Metropolitano no se agotaron ni la mitad de las entradas puestas a la venta.

Y a pesar de que los hinchas que acudieron no pararon de animar (el griterío por momentos fue ensordecedor) y se mezclaron sin más incidentes (no había zonas específicas para aficionados de uno u otro conjunto), la fiesta quedó un poco descafeinada al quedar vacías tantas localidades.