“Nosotros somos los primeros autocríticos y así se lo enseñamos a ellas. El ambiente es competitivo y muy sano. Es extraordinario de rendimiento, ambición, ganarse el puesto, ganar a los rivales y de mejora constante”. Antes de comenzar la última concentración antes del Mundial, Jorge Vilda señaló en rueda de prensa el actual ambiente que rodea a la Selección española femenina. Esta apreciación la ligó a la autoexigencia y autocrítica de un cuerpo técnico que desea poner el listón del fútbol femenino en España en lo más alto, un objetivo con el que el grupo se identifica, comparte y expresa con muy buen tono en cada entrenamiento, paseo, comida o abrazo después de un gol.

“En el Mundial queremos hacer historia”. El ambicioso objetivo que Jorge Vilda ha instalado en el vestuario de España está en sintonía con la presión en la que se mueve un grupo de futbolistas que acaba de derrotar con solvencia a Noruega (número 12 del mundo) por 4-2 y China (número 13) por 3-0. Situada en el puesto número 7 del ránking FIFA, España acumula ya 24 partidos sin perder dentro de sus fronteras.

Athenea del Castillo, a la conclusión del choque frente a China, aseguró que el grupo se marcha “con buenas sensaciones”, algo en lo que coincidió con Vilda en rueda de prensa y, por extensión, a los 24 miembros que forman la delegación de la Selección española femenina, la misma a la que el técnico se refería con que eran “los primeros autocríticos”. La profesionalización llevada a cabo por la actual directiva de la Real Federación Española de Fútbol ha propiciado que en su tercera participación en un Mundial se quiera romper más barreras: tan sólo se ha ganado un partido de los siete que ha jugado España en una cita mundialísicasi y si en Canadá 2015 no se superó la fase de grupos y en Francia 2019 se alcanzaron los octavos de final, para Australia y Nueva Zelanda 2023 se espera “hacer historia”.

El trabajo de la RFEF da sus frutos

Con un presupuesto de 27 millones de euros destinado a todo el fútbol femenino, la RFEF ha logrado situar a España como número uno del mundo en cuanto a categorías inferiores se refiere -actuales campeonas del mundo sub-20, de Europa sub-19, subcampeonas de Europa sub-17 y campeonas del Torneo de desarrollo sub-16-, y ahora dicho éxito y trabajo en la Federación esperan que se traduzca en un nuevo paso al frente en la Absoluta, un equipo cargado de talento.

Lejos de echar balones fuera, esa “autocrítica” interna de los 24 empleados que trabajan por y para la Selección femenina (especialistas en cada parcela del cuerpo técnico, además de fisios, psicólogo, cocinero...) es compartida con las futbolistas internacionales. Las jugadoras están cómodas sin la autocomplacencia y la autoexigencia parece ser base del extraordinario ambiente que ha reinado estos días de concentración en Ibiza en un grupo cuya media de edad es muy joven aunque hay jugadoras de experiencia y nivel contrastado como Irene Paredes y Jenni Hermoso.

La profesionalidad y el compromiso en esta Selección española ha llegado tan lejos que incluso Athenea, nada más marcar su gol frente a China, se fue a celebrarlo al banquillo poniéndose unos cascos como símbolo del acto al que acudieron un día antes relacionado con la visibilización del autismo. El ‘pegamento’ entre jugadoras y el escudo de la Selección es fuerte tanto dentro como fuera del campo.

“Sabemos en qué tenemos que poner el foco para mejorar”, repitió un par de veces Athenea después de la victoria ante China. O, lo que es lo mismo, la “autocrítica” para “hacer historia” a la que se refería Jorge Vilda. Diferentes maneras de expresar la misma idea, esa que ha logrado construir un ambiente en el vestuario inmejorable a 100 días del Mundial.

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