Las políticas flexibles de las alternativas al tabaco tradicional reducen los riesgos para la salud

Ante el difícil objetivo de dejar de fumar, existen alternativas al tabaco tradicional que, combinadas con el desarrollo de políticas de reducción del riesgo, pueden ayudar a los fumadores a limitar los peligros para su salud. Porque el consumo de tabaco es un problema de salud mundial.

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En la actualidad hay más 1.140 millones de fumadores activos en todo el mundo. Este dato proviene del Estudio de la Carga Mundial de Enfermedades (Global Burden of Disease -GBD) publicado en la prestigiosa revista The Lancet, en mayo de 2021, que mide la salud poblacional en todo el mundo. Mientras en España, el 19,8% de la población afirma fumar a diario, según la Encuesta Europea de Salud 2020.

Sin embargo, la tendencia en los últimos años indica una disminución en el número de fumadores, impulsada en gran medida por el abandono del consumo entre las mujeres, que han pasado de 346 millones en 2000 hasta 244 millones en 2018 en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. A pesar de esta tendencia, el consumo de tabaco sigue preocupando a las autoridades sanitarias de manera global.

Las cifras que maneja la OMS hablan de que cada año cerca de 8 millones de personas fallecen a causa del tabaco. Más de 7 millones de estas defunciones se deben a su consumo directo y alrededor de 1,2 millones son consecuencia de la exposición de no fumadores al humo ajeno. Para la organización internacional, el tabaquismo es una epidemia.

Desarrollo de productos de menor riesgo

Es frecuente ver el desarrollo de políticas para ayudar a los fumadores a abandonar este hábito en muchos países, aunque no todas consiguen los objetivos marcados. Desde hace unos años, han experimentado un importante impulso los productos con menor riesgo para la salud (1) y más sostenibles que disminuyen el peligro que produce el consumo de tabaco tradicional: hablamos de los dispositivos de vapeo y para calentar tabaco.

Existe un amplio debate sobre la conveniencia o no de promover el uso de estos productos de menor riego. Sobre lo que no hay duda es que dejar de fumar es el objetivo a alcanzar, pero abandonar este hábito no es fácil. Aunque en España no se fomentan todavía este tipo de alternativas al tabaco tradicional en las políticas de cesación, su existencia está dando respuestas positivas al problema. Ya hay una serie de medidas adoptadas por los gobiernos de varios países sobre el consumo y venta de cigarrillos electrónicos o vapeadores, y de productos para calentar tabaco, que tiene como objetivo dar a estos productos un tratamiento que los distinga del tabaco tradicional, puesto que no son iguales.

Reducción del riesgo con políticas flexibles

Y es que uno de los mayores peligros del consumo de tabaco tradicional radica en la propia combustión del cigarrillo, que llega a alcanzar 900ºC. En este acto, se liberan más de 4.000 sustancias químicas, más allá de la nicotina, y estas emisiones peligrosas afectan tanto al fumador activo como al pasivo, expuesto al humo.

Por el contrario, ni en los cigarrillos electrónicos o vapeadores, que simulan a los cigarrillos tradicionales, ni en los productos de calentamiento de tabaco se produce dicha combustión, lo que reduce el peligro de la exposición a sustancias químicas tóxicas entre un 90% y un 95% respecto del tabaco convencional, según los informes de Public Health England y FDA. Por este motivo, los productos de reducción del daño han llamado la atención de algunos países que han trabajado con éxito en políticas de consumo que tengan en cuenta estos dispositivos como sustitutivos del tabaco tradicional, en aquellos casos en los que las personas no han conseguido dejar de fumar. Además, existen estudios independientes que indican que las tasas de abandono del hábito tabáquico supera incluso a los TSN (Terapia de Sustitución de Nicotina).

Países como Francia, el Reino Unido, Nueva Zelanda y Canadá encabezan la puesta en marcha de políticas sanitarias para reducir el consumo de tabaco, apoyados en el uso de los métodos alternativos de reducción del riesgo. Estos han vivido una reducción de las tasas de tabaquismo entre su población dos veces más rápida que el promedio mundial. Sus políticas flexibles han logrado descensos significativos que han mejorado los datos medios globales.

Limitación del uso

En Reino Unido hay cerca de tres millones de usuarios de cigarrillos electrónicos. A partir de 2010, el consumo de estos dispositivos se convirtió rápidamente en una tendencia. En este sentido, muchos expertos como David Halpern, jefe del equipo UK’s Behavioural Insights Team, pidieron al gobierno regular su consumo y no prohibirlo. Porque a pesar del endurecimiento en las políticas contra el tabaquismo, se observó que fueron los vapeadores los que más dejaron este hábito: solo entre 2012 y 2016, la tasa de tabaquismo se redujo del 20,4% al 16,1%, tal y como recoge el informe “Vaping Works. International best practices: United Kingdom, New Zealand, France and Canada”. Esta caída tiene conexión con el respaldo que la agencia gubernamental, Public Health England (PHE), dio al vapeo, así como la ausencia de impuestos y la limitación en la prohibición del uso público de los cigarrillos electrónicos.

De hecho, el mismo informe señala que en Reino Unido el porcentaje de fumadores diarios disminuyó del 17,90% al 15,50%, mientras que el uso de cigarrillos electrónicos aumentó de 4,50% a 5,50% de 2015 a 2019. Esto situa al país en una de las tasas de tabaquismo más bajas de la UE, junto con Suecia.

Eliminación de los impuestos

El gobierno de Nueva Zelanda ha aplicado la paralización de la regulación sobre los productos de vapeo, así como la eliminación de los aumentos anuales de los impuestos especiales en 2020. Esto dio como resultado la caída de las tasas de consumo de cigarrillos mientras aumentaba el uso de productos de vapeo.

Según el informe New Zealand Health Survey, publicado en 2020 por el Ministerio de salud de Nueva Zelanda, la tasa de tabaquismo se redujo del 12,0% en 2020 al 10,5% en lo que va de 2021, mientras que el uso de cigarrillos electrónicos aumentó un 2,3%. En general, el consumo diario de tabaco se redujo del 14,2% al 11,60%, mientras que el uso diario de vapeo aumentó del 0,09% al 3,50% de 2016 a 2020. Entre estos datos hay que destacar que el aumento en el vapeo no se ha traducido en un mayor uso de estos productos entre los jóvenes, y es que según indica el organismo de salud, menos del 1% de los estudiantes que nunca habían fumado reportaron en 2019 el uso diario de cigarrillos electrónicos.

Crecimiento lento

En Francia sigue existiendo una amplia diferencia entre el número de fumadores tradicional y el de vapeadores, de 3 millones frente a 11, respectivamente, tal y como indica el sociólogo Patrick Coquart en el informe Vaping Works. Desde 2011, los cigarrillos electrónicos están disponibles en el país galo y, aunque su uso ha crecido de manera muy lenta, el Sistema Público de Salud Francés (Santé Publique France) ya estima que cerca de 700.000 personas han dejado de fumar gracias a este dispositivo.

Coquart estima también que el 80,3% de los fumadores duales (convencional y electrónico) ha reducido su consumo de cigarrillos u otros productos de tabaco mediante el uso de un cigarrillo electrónico. Y todo ello sin que el gobierno francés haya impulsado ninguna política de reducción del riesgo.

Limitaciones químicas

En Canadá solo el incremento de las ventas de dispositivos de vapeo en 2019 provocó la mayor disminución del tabaquismo en la última década, siendo esto más efectivo que la implementación por parte del gobierno de impuestos más altos sobre los cigarrillos, las prohibiciones de fumar en los lugares públicos, las prohibiciones a los sabores mentolados y las restricciones publicitarias, puestas en marcha por el gobierno.

Así, entre 2013 y 2019, los fumadores diarios disminuyeron del 10,9% al 8,6%, mientras que la prevalencia de vapeo (uso en los últimos 30 días) aumentó del 2% al 4,7%, tal y como señala el profesor de economía de la Universidad Concordia (Canadá) resalta en Vaping Works. Además, en 2021, el gobierno canadiense ha limitado la concentración de nicotina, con el objetivo de no atraer a los más jóvenes, y seguir siendo un puente para dejar de fumar de forma definitiva.

Mentalidad abierta

Aquellos países que han desarrollado medidas flexibles y controladas sobre los productos de reducción del riesgo han obtenido datos positivos contra el tabaquismo. Estos dispositivos han resultado ser puente para disminuir el consumo de tabaco tradicional.

Según la Encuesta de Europea de Salud, en 2009 el 26,16% de los españoles eran fumadores diarios, de los cuales el 31,17% eran hombres y el restante 21,33% mujeres. A ellos hay que sumar un total del 3,71% de fumadores ocasionales y un total del 20,40% exfumadores. Once años después, del ya mencionado total de fumadores diarios (19,78%), el 23,31% eran hombres y el 16,44% mujeres, con un 22,01% total de exfumadores. Estas cifras indican que la tendencia es positiva en la disminución del tabaquismo, aunque aún distan bastante de las obtenidas en aquellos países que abogan por los nuevos productos de menor riesgo como sustitutivos al tabaco tradicional.

En este sentido, un grupo expertos defendió en la cuarta cumbre sobre reducción del daño en el tabaquismo, celebrada recientemente, la necesidad de crear un Observatorio europeo, o incluso local, para vigilar los efectos de los nuevos productos con nicotina, ya que, en su opinión, podrían ayudar a muchos consumidores a dejar el tabaco de combustión. Así, médicos como el profesor de cardiología de la Universidad de Atenas, Ignatios Ikonomidis pidió a las autoridades sanitarias europeas trabajar con la “mente abierta” y desarrollar políticas que ayuden a dejar de fumar, que trabajen en la prevención y que no se cierren al uso de productos “que son mejores alternativas para quienes no quieren dejar de fumar”. Por su parte el cirujano oncológico del Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla (Madrid) Fernando Fernández Bueno, destacó la necesidad de hablar de estas alternativas al tabaco convencional en España, y de tener más datos sobre los efectos a largo plazo de estos otros métodos.



(1)Basado en el peso de la evidencia y asumiendo un cambio completo de fumar cigarrillos. Estos productos no están exentos de riesgos y son adictivos.
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