Cuando escuché al sabio Robert Fernández en el Supermurciélago argumentando que el Valencia se podía haber quedado en Madrid e ir directamente a Barcelona para dar trascendencia a la semifinal, me di cuenta de que el club de Mestalla siempre ha desaprovechado a los suyos. Luego indagué y me dijeron que esa era una buena posibilidad, pero que en Paterna hay todo lo imprescindible para preparar el partidazo y además hacer dos sesiones. Seguro que sí, pero como ´qui no fa la vespra, no fa la festa´, igual nos hubiera convenido que la plantilla se diera cuenta de que el valencianismo está muy enganchado con el partido de mañana. El pase a la final es cuestión de dos horas y aunque el Barcelona infunda todo el respecto del mundo, después del Calderón, los de Emery están en condiciones de plantarle cara al más pintado.

Podemos

Como la afición del Valencia es la más grande del mundo, los valientes que viajan mañana al Camp Nou llevarán la representación de todo el pueblo de Mestalla, pero además tienen la misión de contagiar a esa plantilla, un poco sosa, que dirige con criterio Emery. Menos Albelda y Soldado, que son del Valencia de toda la vida, el resto del grupo debe saber que meterse en la final es un deseo unánime del valencianismo y que eliminar al todopoderoso Barcelona, el mejor equipo del orbe, un sueño posible, como lo fue hace cuatro años. Deben saber que se espera mucho de su compromiso y más de su comportamiento.

Creencia

Mientras en Barcelona tiran mano de su prodigiosa cantera, aquí no nos quedamos cortos. Jordi Alba, uno de los pretendidos por Pep Guardiola, estuvo en la última Copa del Valencia en Madrid. Allá, junto con el resto de la plantilla del Mestalla, paseó por las carpas blanquinegras, horas antes de levantar el trofeo en el Calderón ante el Getafe. Allí se vivió mucha épica en un momento delicado para la institución. Así que en estos momentos de estabilidad emocional del valencianismo, debe ser más fácil enganchar a una hinchada deseosa de echarse otra vez a la calle.

Acierto

Habrá, como mínimo, mil almas valencianistas entregadas en Can Barça, pero la Copa ha vuelto a reunir en peñas, bares y casas a ese valencianismo positivo que necesita una alegría.

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