Se produjo una cierta insolencia blanquinegra tras el gol de Viera, que la necesidad perica aprovechó para empatar casi sin esfuerzo. Y con el duelo en tablas, Mestalla tembló hasta que Soldado metió el penalti al final. Encima el Espanyol salió más convencido en la segunda parte, lo que provocó el enfado de la grada, porque los de Pellegrino seguían en estado de modorra. El rival era fácil, en plena ebullición social y deportiva, pero no era la tarde del Valencia, quizás más pendiente del Bayern, pese a lo que diga el técnico. El partido fue tan feo que el resultado es lo mejor, sin embargo lo más preocupante es el estado de forma de los valencianistas. Este equipo necesita personalidad, y sin duda Albelda, que entra en el olimpo blanquinegro, y Soldado son la mejor representación.