La culpa fue del 4-4-3. Sí, no se trata de un error, es el sistema que le dio el triunfo al Valencia y lo peor es que Emery no lo puede poner todos los días, ni siquiera de segunda opción como anoche en Glasgow. En resumen, un portero, dos líneas de cuatro bien juntitas, dos delanteros y Edu, la clave, el chico del Rangers que de formidable testarazo consiguió el tanto del empate para el Valencia. No cabe duda que el norteamericano fue el jugador más inspirado de un partido que pone a algunos en su sitio además del autor de un gol bastante más importante de lo que parece. El que metió en su propia portería, evidentemente. Porque de haber perdido este partido la situación resultante era mucho más complicada para el Valencia de lo que estos últimos días entre todos hemos acertado a explicar. Ahora, y siempre es importante aunque tópico, depende de sí mismo.

Chori Domínguez

Visto lo que hizo el Valencia en la primera mitad y en la segunda, queda medianamente claro que la diferencia no está tanto en el sistema como en lo que aportan determinados jugadores. Más que dos dibujos distintos, lo que cambia entre el Valencia de la primera mitad y el otro es lo que aportan dos parejas de atacantes, primero Aduriz y el Chori Domínguez y después, por fin, Soldado y Aduriz. Es la diferencia entre esperar a que venga la fortuna e ir a buscarla, entre ver venir el balón o salir a quitárselo al contrario. La sensación de peligro, de intimidación, de que en cualquier momento puede llegar el gol, no tiene ni comparación. Es posible que la cosa no tenga remedio, quizá el argentino sea el jugador que vemos y poco más, con sus virtudes y sus —hasta ahora más visibles— defectos. En ese caso, sin duda al Valencia le va a faltar esta temporada un delantero para ser el equipo que con muy poquito más podría ser. Algo habrá que hacer, entonces, o seguir dando oportunidades al Chori o intentar cambiarlo por otro.

Ibrox es Ibrox

Claro está que el Valencia, sin hacer nada y sin tiempo para que hiciera efecto el cambio, se encontró en la segunda parte con un gol y el partido empatado. Lo mismo que el sábado el Barça, pero en este caso los de Emery no acabaron de rematar al rival tocado. Antes, por cierto, otra vez había quedado en entredicho la inoperancia de los árbitros de portería. César fue asaltado en el área pequeña —donde supuestamente no se le puede tocar— y la cosa acabó en gol para el Rangers. Por algo Ibrox es Ibrox. No será el Barcelona ni el Chelsea, pero cómo aprieta este equipo cuando cosigue meter al contrario en la cueva. Son once y casi 50.000 todos a una, como para negarles un gol una vez que la pelota ya está dentro.

Un par de cosas

Dos apuntes. El Valencia salió a por el partido siempre, tanto al inicio como después del descanso, y hubiera ganado de no ser por ese error arbitral a pesar de que en defensa no tuvo un día redondo, como tantas otras veces.