Será porque esa ciudad por estas fechas siempre trae a la memoria el recuerdo de Jack el Destripador o los crímenes del museo de cera. O también porque Stamford Bridge tiene por ilustres vecinos a los cuervos que revolotean sobre la necrópolis de Old Brompton, pero hay que reconocer que el partido tiene algo de macabro. En menos de 48 horas uno de los dos estará en los octavos de final, con muchas opciones de ser incluso primero de grupo. El otro, en cambio, fuera de la Liga de Campeones. Entre un extremo y el otro hay demasiado dinero y no pocas ilusiones en juego, así que este partido que jugarán el Chelsea y el Valencia no es ninguna tontería. Sobre todo para ellos, que en teoría son los poderosos. Son los mismos que el pasado agosto pagaron 24 millones de libras esterlinas por Mata, los que ahora pueden ver como el Valencia, además de sacarles el dinero, les saca también de la Europa noble. Pase lo que pase siempre les quedará Juanín, al que vemos ya convertido en un ciudadano de Londres completamente feliz mientras aquí, muy poco a poco, le vamos dejando de echar de menos.

Lo económico

No vender a Rami y traer al mejor lateral

Esos 24 millones de libras —o 28 si hablamos en euros— expresan la diferencia entre dos modelos de club de fútbol, pero no lo dicen todo. Con esos ingresos que asegura seguir adelante en esta competición quizá se pueda fichar al mejor lateral posible para la banda derecha o también evitar la venta de Rami. Vamos, que el Valencia también se juega lo suyo y a un partido todo es posible.

Lo futbolístico

En mestalla fue mejor el Chelsea

Además, le vale la victoria y casi todos los empates posibles. Le sirve, sin ir más lejos, el marcador de Mestalla el pasado septiembre, que fue de empate a un gol. Pero tampoco hay que confundirse, si mañana se repite ese resultado celebraremos como se merece el pase a octavos de final, aunque hay que tener muy claro que si se repite un partido como aquel lo más probable es que el Valencia pierda y quede eliminado. Es difícil que se den otra vez tantos factores favorables, la inspiración de Diego Alves para evitar cinco goles cantados o la tontería de Kalou al utilizar el brazo para despejar un balón sin ningún peligro. La suerte puede sonreír dos veces, pero tampoco conviene tentarla.

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