Tal día como hoy hace un año Djukic echaba de la concentración a Rami en Granada. Fue, mucho antes de que Singapur tuviera algún significado relevante para el valencianismo, el primero de la LIMpieza. Los dos eran culpables a partes iguales de un episodio que, en esencia, puso de manifiesto que ni aquello era un equipo ni el entrenador tenía una idea clara del cómo llevar el vestuario que tenía en sus manos. Djukic tomaría el mismo camino dos meses después, demasiado tarde, cuando en los despachos empezaba a cocerse un nuevo Valencia en el que el equipo ha de estar necesariamente por encima de todos los egos. Hoy en lugar de Rami, Ricardo Costa y de rebote también Mathieu, que fueron el foco de aquel conflicto, está Otamendi, un central que vale más que los tres juntos y nadie tendrá ya el valor de discutirlo.

Cambio de rumbo

Salvo varió el rumbo cuando puso a pensar a Rufete y Ayala, que otra cosa igual no, pero saben perfectamente lo que es un equipo y cómo se manejan los interiores de un vestuario. Entre todos se lo han puesto en bandeja a Nuno, que es la aportación de Lim y al menos hasta ahora demuestra ser entrenador y psicólogo. Cuando Parejo, capitán, entrega el balón a Rodrigo para lanzar el penalti, somos un equipo. Cuando los jugadores entienden que si mañana ante el Córdoba el que juega es el compañero es en beneficio del colectivo, somos un equipo. Y solo se gana siendo un equipo.