Algo tienen que haber visto ya nuestros políticos en estos ´chinos´ de Singapur que ahora todo son sonrisas y codazos para salir en las fotos. Igual es que se han dado cuenta cumplen sus compromisos y, sobre todo, pagan las deudas que han asumido, cuando perfectamente podían haberse hecho los longuis porque el problema de un solar municipal seis años sin pagar donde se levanta un estadio a medio construir es también el problema de la ciudad. El Valencia podía haber puesto mucho más difícil este acuerdo, pero se distingue antes a alguien que tiene voluntad de pagar que a un cojo, aunque para uno que viene a ponerlos encima de la mesa uno detras de otro hasta ahora no habíamos hecho más que ponerle obstáculos en lugar de abrirle las puertas.

Gracias al dinero que pone un señor de Singapur que ni siquiera quiere salir en las fotos el nuevo Valencia tiene un futuro por delante que lo será también para beneficio de muchos, y es así como entra en ese salón del ayuntamiento, símbolo en algún momento de la pujanza de esta ciudad, ahí donde otras veces la alfombra roja lucía para los que sólo venían a ´trincar´, llámese Ecclestone o Bertarelli. La crisis nos ha hecho daño y se ha llevado muchas cosas, entre ellas la propiedad del club que más sentimientos aúna en esta Comunitat Valenciana, pero también nos ha enseñado otras.