Cancelo ironiza sobre su precio, o mejor, el que pagó el Valencia para ficharlo el pasado verano. Esos quince millones parecían muchos para un futbolista que solo había jugado en el filial del Benfica cuando llegó y que, durante su año de cesión, no le había quitado el puesto a Barragán. Para los amantes de Transfermarkt, una página web que entre otras cosas pone precio a los futbolistas, cuando el Valencia pagó 15 su valor era de solo 2, aunque a día de hoy ya ha subido hasta 10. Y más que subirá porque en el fútbol la calidad se paga y este chico tiene mucha.

Como curiosidad, según esta misma página, el precio de Otamendi en agosto cuando el Manchester City se lo compró al Valencia por 45 era de solo 25. Quiere decir que el precio de un fichaje no es otra cosa que aquello que un club está dispuesto a pagar por un jugador. Y todo eso tiene muchos matices y es opinable. Por ejemplo, siendo que el criterio de Rufete y Ayala a la hora de negociar por los jugadores no está en duda, ahí tenemos a Mustafi y Otamendi sin ir más lejos, ellos sin embargo, que eran todavía los responsables de la secretaría técnica cuando se tomó la decisión de incorporar al portugués, tampoco hubieran pagado esos 15 millones. No porque pensaran que el jugador no era bueno ni podía ser un gran futbolista en el futuro, sino porque estaban convencidos de que podía venir por menos.

Ironiza porque, de alguna manera, la cosa le afecta a él, pero en el fondo la guerra no iba con él. Las dudas sobre el fichaje de Cancelo no tienen que ver con su calidad ni con su proyección, sino con esas viejas o no tan viejas guerras que ha habido y hay siempre alrededor del Valencia. Del quién paga a Otamendi al dónde están los 15 de Cancelo. Las guerras, por mucho que se empeñe la presidenta Layhoon y ponga la mejor voluntad en ello, nunca terminarán de acabarse.

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