Se había relajado el ambiente después del 10-0 y eso es hasta comprensible. Hasta se empezaba a comentar eso de renovar al entrenador que tiene al equipo en el puesto 12 a 21 puntos del cuarto clasificado. Eso sí que no hay quien lo entienda. Pero lo que es inadmisible es que el relax llegue al terreno de juego, porque no hay ni una sola razón para ello. Al contrario, el Valencia necesitaba ganar y llegaba más fresco al partido, había jugadores para presentar batalla y morder más al rival, ocho de los once que salieron no habían disputado un solo minuto el jueves en la Europa League. No, no fueron los mejores setenta minutos que hemos visto, aunque podían haber valido perfectamente si Negredo, Alcácer y el amigo extremeño de Valverde hubieran acertado. Como diría Neville, con un poco de suerte en lugar de 0-3 podía haber sido 3-0. En cambio los últimos veinte sí fueron de los peores y eso es lo que al final queda, impotencia, descontrol y en definitiva una imagen de desánimo que echa por tierra todo lo que se había avanzado. Lástima que los goles no se puedan administrar de otra manera, a ver si al Athletic también le acaba faltando en la eliminatoria europea alguno de los que le sobraron esta vez.

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