El Valencia perdió partidos que no merecía perder y, sin embargo, sale de Leganés con la victoria más clara de la temporada y la eliminatoria de la Copa en el bolsillo después de completar la peor segunda mitad que se recuerda en mucho tiempo. Igual es casualidad o una simple cuestión de la capacidad del rival para ponerte a prueba, pero lo que podía ser un punto de partida sólido para seguir avanzando se queda en poco más que el refuerzo anímico de volver a ganar. Quizá no sea poco, tampoco es momento de ponerse exquisitos, si a ello le sumamos que con Munir empezamos a ver por fin una luz.

Hay delanteros y delanteros, cada uno con sus cualidades y defectos, pero tiene que jugar siempre el que soluciona partidos, el que define, porque meter goles es el primero y principal de los cometidos del que juega en el ataque. Hoy por hoy, entre Rodrigo y Munir no hay debate. Viendo al equipo hacer tres goles, recibir solo uno y empezar la Copa de la mejor manera acaba con una sonrisa un día en el que otro equipo que también buscaba su suerte en una Copa se dejó la vida en el trayecto. Un avión, un vuelo más de los miles que despegan cada día, de los muchos que todos los equipos de fútbol toman a lo largo de cada temporada. Disfrutemos de la victoria aunque no sea como la habríamos deseado. Mañana, ¿quién sabe?

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.