Si usted pregunta al Valencia CF no le dirán nada o como mucho que las opciones de hacer otro fichaje antes del 31 de enero -el próximo martes- son pocas. Es verdad, tanto como hace un año, cuando García Pitarch dijo que no iban a reforzar el equipo y en las últimas 48 horas llegaron Siqueira y Cheryshev. Voro González está tan metido en la labor de devolver la confianza a la plantilla, y hace bien tal como se encontró el patio y con todo el peligro que tienen los que pululan a su alrededor, que hasta preferirá quedarse como está antes de que le mareen más a los futbolistas. Nos guste más o menos, hay que entender al entrenador en quien recae la responsabilidad de salvar al Valencia del destrozo, porque además está demostrando que puede hacerlo. Lo que pasa es que, igual que hace un año, enero es tiempo de oportunidades, incluso de rebajas, y Fabián Orellana es precisamente eso, una oportunidad de mercado que puede acabar en fichaje y también puede que no. Una operación que tiene sus peculiaridades. No es un problema lo que cobra el jugador, que además quiere venir. Tampoco está lejos el acuerdo con el Celta porque están pillados por la decisión de su entrenador de apartar al jugador del equipo. El problema está más aquí, aunque eso no es novedad porque aquí hay muchos problemas. Sin sacar antes un jugador o dos es difícil que den el paso de incorporar un nuevo fichaje. Y el caso es que el equipo sigue necesitando mejoras.

Comunicación: 'fent valencianisme'

El actual responsable de comunicación del Valencia está tan volcado en organizar la futura estructura deportiva del club que se le pasó convocar a los medios a un precioso acto de homenaje a los peñistas más veteranos. Y eso que lo suyo es la diplomacia, materia que domina desde luego bastante más que el fútbol. Mare meua.

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