Como dice el amigo Arturo Valls, al Valencia CF se le va a terminar la Liga precisamente ahora que parece tomar un rumbo acorde a los objetivos de esta entidad, pero que nadie saque pecho por ello porque la temporada, la miremos por delante o por detrás, es un auténtico fracaso deportivo y seguramente económico. Si acaso alguien está legitimado para hacerlo es Voro González, que ha sumado ya más puntos que sus tres antecesores en el banquillo juntos. También Zaza y Carlos Soler, dos de los futbolistas que están haciendo posible un cambio de verdad, a los que todo apunta que se va a unir Toni Lato en esta recta final si el lateral sigue aprovechando las oportunidades como hasta ahora. No hay razón lógica para que salga del once. Bienvenidas son estas inesperadas alegrías sobre todo por el aficionado, pero no olvidemos que el equipo no va a cumplir ni uno solo de sus objetivos deportivos, porque se entiende que mantener la categoría no se considera todavía como tal.

Los deméritos del equipo son los que son. No va a estar una vez más el Valencia CF en la Liga de Campeones y ni siquiera competirá en Europa, no hay nada que se pueda rescatar de su participación en la Copa más allá de haber eliminado al Leganés para caer en octavos con el Celta, desciende la asistencia de aficionados en Mestalla mientras se desatan las protestas contra los gestores y el propietario, al que la gente ha ido perdiendo el respeto. Si hay algo que merezca la pena de todo este despropósito es precisamente ver en el equipo titular de Granada a dos jugadores que comenzaron la temporada en el filial. Nada más. Los propietarios asiáticos del Valencia se pueden dar la mano con los del Granada, que vienen de China. La diferencia es que ellos no han tenido un Voro que les saque del apuro, más allá deque hay un trecho más que evidente en cuanto a calidad de las dos plantillas, como quedó demostrado en este partido.

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