Ahora es cuando muchos, entre ellos los jugadores del Valencia, se dan cuenta de la manera en que han tirado la temporada de una manera lastimosa. Si la unión, el compromiso y el hambre que vemos ahora hubieran aparecido en agosto todos nos habríamos ahorrado muchos disgustos, en especial el aficionado que no protesta ni saca una pancarta por placer. Ni con otra intención menos inocente que el dolor por ver a su equipo arrastrarse en todos los sentidos sin que los que mandan porque han comprado esas acciones se enteren de lo que está pasando. La presidenta se va y hace bien, demostrado queda que ni Peter Lim, porque no está, ni ella ni Kim Koh ni Murthy tienen capacidad para influir en el ánimo de los futbolistas y generar una cultura que les lleve a dejarse la vida por el escudo como única opción. Por eso no tuvieron más remedio que dejar el gran proyecto deportivo de Meriton en manos del delegado, al menos entendieron que Voro era el único que podía hacerlo y en eso acertaron.

A ver qué es lo que deciden ahora y quién lo decide. Seguramente desde la visión inocente del fútbol que puede tener la presidenta la continuidad del entrenador estaría asegurada. Al fin y al cabo, sus números -sin llegar a Champions porque cogió el equipo muy mal- avalarían la decisión, no saldría muy caro y hay jugadores que lo aplaudirían. Pero esto es más complejo y además la presidenta no tendrá que ver ya nada en esta decisión. Cuando le preguntan por ello a Voro siempre echa el balón fuera y habla de los tiempos que sigue el club, aunque la realidad es que si quien tiene que decidir lo tuviera claro y el elegido fuera Voro, ya van quedando pocas razones de peso para que no se anuncie cuanto antes.

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