Entre el regalo de Santos y Alves en el primer gol y la incompetencia de Siqueira en la jugada del penalti que les dio el segundo hubo casi treinta minutos en que Eusebio Sacristán puso al Valencia en su sitio. Después, entre el segundo y el tercero, también. Aunque lo niegue, a Voro se le va a hacer larga la Liga, pero tampoco es cuestión de hacerlo culpable por haber salvado al equipo del descenso demasiado pronto. Le va a costar más de lo que pensábamos superar ese puesto doce en la clasificación que sigue ocupando, y gracias, después de dos derrotas y un empate. Lo mismo que hacer posible el milagro de que una de las peores temporadas de la historia acabe con una sonrisa. Ni víctima, aunque eso va a depender del plan que tenga el club para él cuando decida que es el momento de anunciar el futuro entrenador. El Valencia CF necesita un cambio y esto ya no es una cuestión de Voro, lo suyo ha sido por decirlo de alguna manera accidental. Neecesita un cambio de caras, de referentes, de perspectivas. Lo que está pasando fuera trasladado al terreno de juego y al vestuario.

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