Casi tres años después de firmarse la venta de las acciones sigo pensando que Peter Lim está aquí porque le gusta el fútbol y para vivir noches como la de Mónaco o, sin ir más lejos, la del domingo. Emocionante imagino que también para él. Ha pasado poco tiempo relativamente y el señor de Singapur ya ha podido comprobar lo desagradable que puede ser venir a Mestalla si las cosas se hacen mal, aunque en realidad no venía, y lo grande que es esta afición si los que mandan se emplean con el acierto, la responsabilidad y el respeto que requiere este escudo.

Lim lo tuvo todo de cara cuando llegó y con una serie de malas decisiones, suyas y de otros, lo acabó estropeando. El mal pudo haber sido irreversible y por eso hoy, ahora que se encuentra ante esta segunda oportunidad probablemente inesperada, la experiencia adquirida tendría que servir para no volver a repetir errores. Haga caso a los que saben de fútbol y a todo aquel que le aconseja bien, ayude a reforzar el equipo si lo que de verdad desea es verlo muy pronto competir en la Champions League. Además, si su interés fuera otro, vender por ejemplo a medio plazo, tampoco le llevarán muy lejos políticas de tierra quemada.

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