La Liga va también camino de cumplir el centenario pero el fútbol admite milagros como el de Leganés, un club al que hace relativamente poco era complicado imaginar compitiendo en lo más alto. Y además muy bien, todo hay que decirlo. Por eso, la historia de los enfrentamientos entre Leganés y Valencia CF es reciente. El primero data del 25 de septiembre de 2016, cuando el equipo que de manera circunstancial dirigía Voro González -lo que ya nos da una idea de la gravedad del momento- se impuso allí por 1-2 con goles de... Nani y Mario Suárez, que traducidos al hoy 1 de abril de 2018 serían Guedes y Kondogbia. ¡Vaya si hemos cambiado! Desde entonces se da esa curiosa casualidad de que el Valencia le ganó siempre a los 'pepineros' pese a las mil triquiñuelas de su ingenioso community manager, que siempre busca meter miedo a través del twitter. Aunque ese 25 de septiembre se recordará durante mucho tiempo por otra cuestión bastante más relevante que la victoria, aunque el Valencia la necesitaba mucho más que hoy tal como había dejado el patio Ayestaran, y por supuesto mucho más trascendente que el gol de Mario Suárez.

Ese día fue, aunque de manera extrapoficial, el primero de Anil Murthy, ahora presidente del Valencia CF. Como había cogido el primer AVE de la mañana y el partido era a las 12, llegó tarde, lo cual no fue un problema porque iba de incógnito. Quien tenía el honor de presidir en el palco junto a la presidenta Victoria Pavón era todavía Layhoon Chan. Siempre cuenta que, cuando accedió al estadio, el Valencia ya perdía 1-0, gol de Szymanowski, pero fue asomar la cabeza por el vomitorio de la grada y marcar Nani el empate. Talismán. Bromas aparte, todavía tardaríamos algún tiempo en comprender la trascendencia que iba a tener la llegada de este personaje en apariencia hindú -en eso estamos de acuerdo- nombrado directamente por Peter Lim para impulsar un cambio que entonces ni siquiera tenían claro cómo tenía que ser ni con quién.

Marcelino y Mateu se llevan los honores, los merecen, aunque el Valencia no sería el que tenemos -y no hablo de cortinas ni resultados- si el estilo y el criterio de Anil no hubieran convencido a Lim para ir por este camino. Durante mucho tiempo dudé y todavía conservo resquicios, pero él fue el primero que me habló de elevar la exigencia en el club a todos los niveles y un equipo con jugadores más comprometidos con esta camiseta. Lo clavó.

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