Han pasado 62 días desde que el Valencia CF despidió la temporada en Mestalla ganando al Deportivo con goles de Zaza y Guedes, al que Marcelino quisiera tener ahora mismo en Suiza. Aquel día el equipo estrenaba por sorpresa la misma camiseta que lucirá en este primer amistoso del verano 2018 frente al Galatasaray. Son dos meses que han pasado deprisa, mucho más que hace un año cuando absolutamentre todo tendía a etermizarse y Marcelino comenzaba la pretemporada -y La Liga- con un equipo que todavía se parecía poco al definitivo. Cierto es que lo de Gameiro se está retrasando demasiado por circunstancias ajenas al Valencia CF y que la incertidumbre con Guedes acabará siendo desesperante, pero a Marcelino se le ve bastante más tranquilo que entonces a pesar de que el reto que se presenta esta temporada es mayor.

En julio de 2017 la sensación era que mejorar lo presente era relativamente fácil. Había mucha confianza en que, solo aplicando trabajo, disciplina y método, el equipo estaría bastante más arriba que las temporadas anteriores. Después, las cosas rodaron bien y acabó mucho más arriba, en puesto de Champions. Hoy, además de todo eso que se da por supuesto, para superar los resultados de la campaña anterior hará falta algo más. Mantener a Kondogbia ha sido el gran logro, pero cuidado, si se va Zaza o al final lo de Guedes no pudiera ser, aquí no vale cualquier cosa.

Lo saben. No es ningún secreto que excepto Kondogbia, aunque es de los que ya estaban estrictamente no se puede considerar refuerzo, de momento lo que ha fichado el Valencia CF vale para elevar el nivel del banquillo y de las rotaciones. No es poco, pero de aquí al 31 de agosto hay que echar el resto y Mateu Alemany ya demostró el pasado verano que sabe y puede hacerlo. A ver qué día el club lo ve oportuno y anuncia su renovación. Lo bueno está por llegar y de momento hoy ya rueda el balón, que ya había ganas después de que el Mundial nos dejara así como a medias.

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.