Marcelino celebraba el gol de Rodrigo corriendo la banda, en plan Emery. Motivos tiene para estar feliz con el delantero que está modelando a partir de los despojos que se encontró, un futbolista mentalmente superado, por supuesto devaluado y al que se le empezaba a pasar el arroz. Ha apostado mucho el entrenador por él, si no hubiera sido así, lo habrían vendido el pasado verano por cuatro duros o incluso este por bastante más, suficiente para recuperar sobradamente una inversión que en algún momento el señor Lim habrá dado por perdida. Viene, desde el día en que decidió renunciar a sus vacaciones tras el Mundial, absolutamente lanzado. A este paso, si no ahora dentro de pocos meses se presentará algún club serio de verdad que pondrá una cantidad mareante para ficharlo, si no los 120 de la cláusula, no de los que solo utilizan a sus voceros para sembrar incertidumbre.

De momento, ese gol de Rodrigo Moreno vale para sumar el primer punto de la temporada en el casillero del Valencia CF, aunque lo normal es que hubieran sido tres una vez visto el partido. Partidazo para lo que es un 20 de agosto, en el que los jugadores acabaron fundidos. Más ellos, tuvo suerte el Atlético de que esa pelota de Gabriel se fuera al poste, de que Gameiro le pegara así de mal y Batshuayi lleve apenas una semana entre nosotros, por eso siempre será mejor tener los fichajes el 15 de julio que el 15 de agosto, aunque al final esto va a ser muy largo y lo que importa es que lleguen aunque sea el 31, sobre todo si de lo que estamos hablando es de Gonçalo Guedes. Es como si Marcelino y Mateu, en plan Maquiavelo, hubieran planificado toda la plantilla y la estrategia de mercado para dar ese golpe final con el portugués, que visto lo visto sobre el terreno de juego es la pieza más perfecta posible que le falta. De ellos nos podemos creer cualquier cosa y ahí están los hechos.

Con la misma seriedad, el orden y la mentalidad de la pasada temporada, una propuesta reconocible al cien por cien, el equipo que han hecho va a tener más argumentos para cuestionar el orden establecido y más capacidad para emocionar a la gente. Solo es un partido, solo es un empate, lástima porque ganar habría sido la bomba, pero ojo con ese murciélago del Centenario.