No llega el Valencia CF de Marcelino a esta gran cita frente a la Juve como todos pensábamos que lo haría, sólido, agresivo, competitivo, con la inercia de al menos un par de victorias, con mucha confianza y energía después de haber confirmado por fin el regreso a la Champions. Después de una pretemporada en la que sí se vieron las mismas virtudes que le habían llevado hasta ahí y de haber cerrado el mercado con una inversión importante y una plantilla sobre el papel superior. Un peso en la mochila que ante un partido así los jugadores se dejarán en el vestuario. La Juventus te puede ganar antes que muchos otros, pero este rival y en este escenario es imposible no activarse al ciento veinte por cien.

Partimos de cero. Volvamos al origen, al principio, a aquella noche de hace casi veinte años en que el Valencia se asomaba por primera vez a esta grandiosa competición con curiosidad, con toda la ilusión pero aspiraciones justitas de superar siquiera la primera liguilla, sin poder imaginar jamás que ocho meses después estaría disputando la gran final en París. O que un año después llegaría a tener más cerca que nunca esa copa que llegó a rozar con los dedos en Milán. Quizá el fútbol le deba una de esas al Valencia CF pero antes lo que el Valencia CF le debe a su afición es una Liga de Campeones bien jugada, peleada, sufrida. Como esta, llegue hasta donde llegue.

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