En las redes sociales se escuchó bastante más el comentario de Ezequiel Garay pese a la posterior y obligada rectificación, pero el partido y en general la situación en que vive el Valencia CF se resume bastante mejor en los gritos de Gayà el partido y prácticamente fuera de sí, con las pulsaciones a mil porque una cosa es cierta: merecida o no, lo que dio el equipo para conseguir la victoria es mucho. Diría todo y hasta el último segundo. Es el de Marcelino un equipo ideado para disputar la MarcelinoChampions que acaba así, «sufrimos como perros» para derrotar al colista en Mestalla, con un gol que entraba en el justo momento en que se cumplía el minuto 93 y que todos celebraron en la banda como si fuera el de Iniesta en Johannesburgo. Son apenas dos o tres minutos, entre el gol de Piccini y la retirada a los vestuarios, en los que resulta difícil distinguir entre rabia y alegría, entre silbidos y aplausos, entre el bien y el mal. Todo se mueve en una línea tan delgada como la que pudo separar este domingo una victoria casí épica de la derrota más vergonzosa de la temporada.

Desde que Mateu Alemany pronunciara aquellas palabras a principio de semana, «pase lo que pase», nos habíamos relajado, pero el Valencia CF es ahora mismo líquido explosivo metido en una coctelera en continua agitación, todo puede saltar por los aires en cualquier momento, o quizá no. Quizá exista el punto de inflexión, un respiro por parte de los árbitros y el VAR, ese gol con el que ya nadie contaba y que, además, marcaba posiblemente uno de los peores del partido hasta ese momento.

Puede que los entrenadores como desliza Marcelino no sean siempre los culpables de todo, aunque va en el cargo y en el sueldo y, al fin y al cabo, un entrenador fue el que inventó aquello de «el fútbol es así». Para lo bueno y para lo malo. Quizá exista esa victoria que nos devuelva la estabilidad emocional, que es en realidad de donde vienen los buenos resultados de una manera normal y sostenida. Quizá esa victoria puede ser esta y ese gol que nos cambie la vida en este año del Centenario sea el de Piccini. Bon Nadal.