Contrariamente a lo que muchos nos querían hacer creer, Mateu Alemany no ha tenido que defender a capa y espada la continuidad de Marcelino ante el máximo accionista, porque Peter Lim tampoco les estaba esperando en Singapur con la guadaña en la mano. Debate obviamente hay y eso es bueno, aunque quizá le haya costado incluso más convencer al presidente. Esto no quiere decir que el director general no haya sido valiente, porque él se ha posicionado publicamente a favor de dar confianza y estabilidad al proyecto a pesar de que los resultados no van bien. Tampoco parece que dejando hacer el propietario esté enviando un mensaje de que da la temporada por amortizada, aunque lógicamente ha sido una decepcción para él no estar peleando con los primeros de LaLiga, que es lo que le gusta y para lo que considera que hizo un esfuerzo importante el pasado verano.

En realidad, y echando la vista un tiempo atrás para comparar con lo que está pasando, Peter Lim nunca se hubiera cargado a Nuno si no fuera porque la situación entonces era irrespirable. De hecho, estaba convencido de que era un iluminado, su entrenador más allá de una mala racha puntual. Marcelino tampoco lo ha hecho en estos cinco meses mejor que el portugués en aquel inicio de temporada que le costó el despido, la diferencia es que no lleva a sus espaldas la mochila con la que se cargó Nuno Espirito Santo al provocar la salida de tres protagonistas que la afición apreciaba, Salvo, Rufete y Ayala.

¿Quiere decir que tiene todo el crédito el entrenador para pensar que acabará la temporada a poco que los resultados mejoren? Evidentemente no, aunque es lo que desearían que ocurriera tanto Alemany como el propietario, sería señal de que los resultados han mejorado de una manera significativa y además les vendría genial para enviar al entorno un mensaje potente de club sólido y con las cosas claras, más allá del reconocimiento de los errores que han llevado a este mal momento. En realidad, lo mismo que ahora protege a Marcelino, que es ese clima de ayuda al equipo más que de romper con todo que se ha instalado, se le podría llegar a poner en contra si no es capaz de conseguir que el equipo mejore lo suficiente. Entonces, siempre estará a merced de que un día la gente le acabe tomando la matrícula, a él o a los del palco.

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