Mucho se ha escrito sobre las imágenes que se sucedieron tras la victoria del Valencia CF, los gestos de rabia, los abrazos, los mensajes de unión, y poco de lo que ocurrió antes de salir a jugar la noche del sábado. Entre el final del partido con 2-0 en el Bernabéu y el comienzo en Balaídos fueron dos horas y media intensas, hubo tiempo más que de sobra para reflexionar sobre esa derrota del Sevilla, lo importante que era volver a ganar, mentalizarse de la oportunidad que se presentaba para volver a engancharse en LaLiga a un objetivo que ya casi daban por perdido después de no haberlo conseguido el día delLaLiga Valladolid. Es fácil hablar de ello a toro pasado y con la victoria en el bolsillo, pero esa determinación se vio en el campo, a veces para que la pelotita entre no solo hay que querer, hay que quererlo mucho, desearlo como si ya no hubiera nada después.

Este equipo tiene carencias que ha de intentar solucionar en los próximos diez días, no es fácil aunque Mateu y Longoria tendrán que poner toda la carne en el asador y estar a la altura también en el mercado, pero ha demostrado que no solo está unido sino que tiene ambición. Estos jugadores, entre los que evidentemente no se puede contar ya a Batshuayi, no quieren pasar a la historia por haber hecho el ridículo en el año del Centenario del Valencia CF. Y para conseguirlo, no les queda otra que seguir ganando.

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