Este partido suele ser un buen termómetro para medir tanto al Valencia CF como al Villarreal, que suele pescar muchas veces cuando el río viene revuelto por Mestalla. Visto lo visto, se entienden los gestos de preocupación de Fernando Roig en el palco, qué habré hecho yo para merecer esto, se preguntará, porque su equipo no solo es penúltimo y se marchó con un 3-0 en la mochila, sino que muestra constantes vitales extremadamente débiles ahora que se acerca la fase decisiva de la competición. Tanto que el equipo de Marcelino, un mar de dudas e inseguridades cada vez que sale a jugar en su estadio, lo tuvo esta vez clarísimo desde el minuto uno, fue tremenda y casi insultantemente superior, pudo haberle hecho al Villarreal un roto todavía mayor. El peligro de descenso es real, una auténtica lástima pero una bendición para el Valencia CF, que necesitaba una victoria así para pasar página de manera definitiva. No ha ganado tres partidos seguidos por aquel milagro en un lanzamiento de falta del Valladolid, un equipo que ha salvado una situación casi límite y que va a más. ¿Hasta dónde? De momento, primer y único objetivo las semifinales de la Copa. Martes, 21:30, de nuevo en Mestalla...

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