El día después fue de tremenda felicidad para esta afición y una continuación del torbellino de emociones con el que acabó el partido, los goles de Rodrigo, la celebración, la victoria... El Valencia CF no dio tregua, primero el delantero, después el central y para culminar el día Kang In Lee, un niño de solo 17 años del que vamos a hablar mucho en los próximos años porque efectivamente es un futbolista muy especial. Con toda la vorágine dejaremos para otro día el análisis de los fichajes, si son o no lo que la gente esperaba o lo que necesita el equipo, porque ahora mismo esa noche fantástica que los jugadores del Valencia CF ofrecieron a sus aficionados lo eclipsa todo, incluso la bronca final. Tengo muy claro que nada de lo que vimos en ese final de partido en Mestalla habría ocurrido si en lugar del Getafe hubiera sido otro el rival, y con eso queda dicho todo. El Valencia, este Valencia, no es así, y eso es algo que a veces incluso se lo criticamos, la falta de carácter, de sangre. Los ánimos venían tan encendidos por todas las provocaciones del partido de ida que estos jugadores se empeñaron en darle la vuelta a la eliminatoria a base de fútbol y de garra, y al final todo acabó explotando. Los culpables son ellos, no le den más vueltas, los reyes del juego sucio.

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