Sé que no está bien justificar la violencia ni defender la agresión física, pero hay muchas maneras de agredir y el mamporro que le suelta el médico del Valencia CF Pascual Casañ a Damián Suárez es solo una de ellas. No sé por qué me viene a la cabeza aquello de «tu dedo nos enseña el camino», que dijo Florentino Pérez cuando Mourinho fue a sacarle un ojo a Tito Vilanova, que en paz descanse.

Miren ustedes si los jugadores, el entrenador y demás personajes de ese club habrán calentado los ánimos durante esta eliminatoria que hasta el médico explotó en ese momento y reaccionó de esa manera, que no es correcta, pero evidencia lo mucho que había calado en el equipo ese sentimiento de respuesta a la agresión y a la provocación del que hablaba Rodrigo todavía con la sangre a doscientos por hora, nada más acabar el partido: «Pensaban que nos íbamos a dejar intimidar».

La justicia, también la deportiva, tiene esos vericuetos por donde a menudo se acaba escapando el que menos lo merece, por eso Diakhaby, que simplemente pasaba por ahí, se lleva el mismo castigo que Suárez, uno de los actores materiales -no sé si intelectuales- de esta sucia estrategia. Por eso mismo, me van a perdonar pero solo puedo decirle al doctor del Valencia CF Pascual Casañ que yo estoy con él. Y al club que no dé más cancha a cantamañanas.

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