Habría sido muy triste marcharse de Sevilla con ese 2-0 que no hacía honor de ninguna manera a lo poquito que el Valencia CF había dejado hacer a los de Quique Setién. Es más, era un marcador tremendamente cruel, exagerado e injusto. Y había que echarle valor para irse al ataque al menos a por un gol porque un solo error más podía ser el fin. Lo que pasa es que, recordemos, este equipo quiere la Copa. Sí, ellos también, desde luego, pero los últimos veinte minutos de partido dejan clara la diferencia entre uno y otro. El Valencia no buscó un gol para apañarse un poco el partido de vuelta, estos querían ganar, buscaron el primero, después el segundo y porque no hubo tiempo para más, mientras los rivales no terminaban de creerse lo que estaba pasando. Hay que jugar la vuelta, seguro. Hay que contener la euforia, sin duda. Y hay que creer en este equipo porque se lo ha ganado.
- Multimedia
- Servicios
- Clasificados