Ya sé que es ventajista hablar de esto a toro pasado pero es que Marcelino esta vez se pasó un poco de atrevido, o de listo, y le pilló precisamente el toro. Con 2-0 y 5-1 en la eliminatoria y menos de treinta minutos de acabar el partido, sacar a un jugador que estaba a una tarjeta de perderse la final no es ya un atrevimiento, es una temeridad.

Cuando uno es entrenador ha de tomar decisiones y muchas veces correr riesgos, pero hacerlo cuando son innecesarios es tirarse piedras contra su propio tejado. Hablábamos días atrás de que el tema Coquelin es material sensible por muchas razones, en especial la ausencia ya definitiva de Kondogbia, pero también la sobrecarga de partidos de Parejo, la inconsistencia de Wass como mediocentro y la poca fe que le tiene el técnico a Soler en esa posición. Son razones más que suficientes como para haber sido más prudente, aunque esto no es nada que Marcelino no sepa.

¿Por qué lo hizo? Los pensamientos de los entrenadores a veces son inescrutables, porque no conozco a nadie que en el momento de salir Coquelin con la que estaba cayendo no tuviera algún mal presagio. Y se cumplió. No sé si hay recurso posible, más después del recadito que le envió Marcelino al árbitro. Lástima que algo así ensuciara el gran momento y el éxito de haberse clasificado para jugar una semifinal europea. Por esa parte, enhorabuena.

Más opiniones:

Es la hora de creer

Guedes y Cheryshev

¿Qué habría pasado si...?