Solo habían pasado 15 minutos y parecía que el Valencia CF hizo un gol y perdonó otro, tenía el partido y la eliminatoria ahí donde la quieren todos, con el rival asustado y obligado a irse al ataque a la vez para remontar. Un cóctel que para sí lo querrían muchos en una semifinal europea, una situación hasta sorprendente teniendo en cuenta que la propuesta del equipo en el Emirates era ininteligible, con tres centrales entre los que se colaron como espadas los dos delanteros del Arsenal para hacer el empate, y que el equipo de Marcelino

Allí en Londres y con 0-1 era el momento y el lugar para dar un paso al frente todo aspirante a jugar la final, y lo dieron ellos. Aunque, eso sí, con mucha ayuda, porque esos dos goles cuando más dudas tenía el equipo de Emery y para colmo también el tercero al final eran perfectamente evitables. El Valencia ni lo dio en ese momento ni lo hizo durante el resto del partido, pensando que ese resultado podía ser el menos malo.

Estar en esa final, para qué engañarse, va a ser muy difícil. Al menos tendrá Marcelino a Coquelin y no tendrá que volver a improvisar. Ese gol de Diakhaby