Tiene razón Unai Emery cuando dice que dejó aquí buenos amigos, entre ellos un jefe de prensa que lleva días trabajando en la sombra para mejorar la imagen del actual técnico del Arsenal, cosa que por otro lado no necesita porque ahí está su currículum, que sí merece todo el respeto. Lo que pasa es que el Emery que nos venden ya no sé si es el que corrió la banda de Mestalla o la madre Teresa de Calcuta. No, Emery, no, el respeto se gana con respeto y hay que estar a la altura precisamente en esos momentos en que más difícil te lo ponen las emociones. Las victorias (sobre todo las que no son títulos) y las derrotas pasan, el agradecimiento, la elegancia y el decoro quedan en la memoria. Si existe algo de justicia en el fútbol, el Valencia CF y Mestalla te la devolverán esta noche con creces. La noche de Anfield es el espejo para jugadores y afición, que han de ser uno solo. Ilusión, presión, corazón... No va a ser fácil, está claro, pero llevamos dos días comprobando que nada es imposible en el fútbol cuando se cree de verdad hasta el final.

No sé si es excusa o no, pero dice Unai que cuando llegó al Sevilla le pidieron jugar finales y ganar títulos antes que acabar entre los tres o los cuatro primeros, no como aquí, que el señor Llorente le exigía la Champions y todo lo demás era poco menos que accesorio. Hasta eso uno que de verdad es noble se lo calla, por mucho que sea verdad.

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