Juegue quien juegue en el Barcelona, lo entrene quien lo entrene, nunca es fácil ganarle una final. En la Copa, de hecho, había ganado las últimas cuatro de manera consecutiva. Para conseguirlo han de darse muchas circunstancias, acertar la táctica, interpretarla muy bien sobre el campo, acertar en las jugadas clave, no perder el norte nunca, sufrir y morir para defender cada balón como si fuera el último. Todo eso lo hizo el equipo de Marcelino y por eso es el campeón, supo desde el primer minuto cómo jugar para ganarle esta final a este Barça, que era de lo que se trataba, en definitiva. Aunque hay algo más, posiblemente más importante, algo que ha acompañado a este Valencia CF desde hace muchos meses y que le ha llevado hasta aquí, hasta culminar de la manera soñada el año del Centenario con la clasificación para la Champions y el título de la Copa del Rey.

Orgullo

Es el orgullo, este equipo lo tiene, ha luchado y ha creído incluso en los momentos más difíciles, cuando las cosas salían siempre al revés, cuando la pelotita no entraba, cuando todo parecía irse al traste. Ellos siempre compitieron todos los partidos hasta el último límite de las fuerzas, también los muchos que se empataban y los pocos que se perdían. Y hasta el límite hubo que pelear también esta final, por arriba y a ras de hierba. Pero ellos creían y querían, querían dar esta alegría a toda esa gente que llevaba años de decepciones. Se nota en las caras, en las palabras, en las lágrimas. Es algo que a medida que pasaban los días lo iba impregnando todo, así es como llegamos a una final sin complejos ni victimismos, como tiene que ser cuando el escudo que se lleva en el pecho es el del Valencia CF. El equipo, todos, jugadores, cuerpo técnico, afición, han estado a la altura y merecían como nadie este título.

Messi y Piqué

MessiPiquéY no es que el rival que tenían enfrente no tenga también su orgullo. Sus líderes, sobre todo Messi y Piqué, se echaron el equipo a la espalda y lo dieron absolutamente todo en la segunda mitad para remontar el partido. Estuvieron cerca de conseguirlo, al menos de empatar, lo que le faltó al Barcelona es otra cosa. Fútbol, lógicamente. Los de Valverde nunca lograron desarbolar defensivamente al Valencia, apenas llegaron con movimientos individuales del argentino, cuando no centraban balones hacia donde no estaba Luis Suárez. Y siempre se encontraron con un muro enfrente capitaneado por un jugador clave en esta Copa: Jaume. Transmite ilusión, ambición y buen rollo, de eso no hay duda. Si él cree, todos creen, pero además lo paró prácticamente todo en esta final.

Parejo

Todos dudamos en algún momento del liderazgo de Parejo, de su capacidad para ser el capitán del Valencia CF, pero hay algo que nos tiene que hacer reflexionar. Pocas veces hemos visto un capitán del Valencia tan entregado y emocionado en el momento de subir a recoger esa Copa y no poder reprimir las lágrimas. Hay muchas maneras de interpretar el liderazgo y la suya es tan válida como cualquiera. Donde no hay dudas es en el terreno de juego, su final de la Copa, hasta que no pudo más, es para enmarcar. Son muchos años, merecía esta Copa.

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