Es evidente que el Valencia CF ha echado el freno en el mercado. Puso la directa primero con Cillessen y después con la operación de Maxi Gómez, dos futbolistas con los que a priori mejora a los que se han ido. A partir de ahí, y cuando parecía que esto empezaba a ir sobre ruedas, la cosa se paró, viaje a Singapur mediante. La explicación más lógica apunta a que las salidas no se han producido tal como se esperaba y eso genera una doble preocupación, la de evitar el overbooking y la de la falta de ingresos para fichar. O digamos que quizá no se ha dado alguna venta importante que se podía esperar, como sin ir más lejos la del propio Rodrigo, que desde un primer momento ha sido una posibilidad.

La realidad y la consecuencia más directa es que el entrenador empieza a dar muestras de inquietud porque la plantilla, diseñada sobre la continuidad de una columna vertebral de jugadores, necesita esas tres o cuatro piezas que le permitan dar un salto competitivo respecto a la temporada anterior, que en definitiva es lo que se busca. Se ve más empeño en el club por lanzar mensajes al mercado, como si esperasen a que pasara algo importante, antes que firmar esos futbolistas que todos saben que el equipo va a necesitar. De hecho, las previsiones de Marcelino se quedan cortas en elgunas posiciones como la defensa, donde no hace falta un cuarto central sino un futbolista que compita para ser titular.

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