Escribía tan lejos como el miércoles que este incendio quizá no le acabaría llegando ahora a Marcelino, por el simple hecho de que, si Peter Lim no había echado al entrenador hace semanas, cuando ya la relación parecía irreconciliable, posiblemente no lo iba a hacer ahora, con lo que hay en juego en los próximos días, con el desgaste que ello le iba a suponer entre la confundida y encendida afición y sin perder de vista el vestuario, donde la vinculación del técnico con los pesos pesados estaba blindada. Pero no, Peter lo ha vuelto a hacer. Nunca dejará de sorprendernos la frialdad de este señor de Singapur a la hora de tomar decisiones de altísimo riesgo como sin duda lo es echar en estos momentos a Marcelino para traer además a Albert Celades, que tiene una trayectoria como seleccionador de categorías inferiores pero dirigirá por primera vez a un equipo de LaLiga como máximo responsable. No es Gary Neville, pero es inevitable que genere muchas dudas. Viene además a ocupar un banquillo en el que la sombra que deja Marcelino es muy alargada, dentro y fuera del terreno de juego.

En sus manos, y en las botas de los futbolistas, está ahora todo lo que han montado otros. Nunca se tenía que haber llegado hasta aquí. Lo mismo que Marcelino podía haber gestionado mejor su relación con el máximo accionista, Lim pudo haberse contenido para evitar esta situación de emergencia por mucho que el destino del entrenador estuviera ya escrito. Ahora solo queda sacar esto adelante como sea. Mucha suerte, Albert. La necesitas.