Marcelino y Peter Lim podrían haberse entendido. Nunca el hecho de que venga un futbolista como Rafinha o no venga debería ser motivo para provocar un incendio de estas dimensiones en el Valencia CF. Ni por supuesto las dudas sobre un jugador como Kang In Lee, que al menos se merecía la oportunidad de fracasar -o no- en el primer equipo y que ya venía demostrando que podía aportar cosas. Sus diez minutos ante el Mallorca pudieron ser la puntilla definitiva. Al final aquí hay dos maneras de ver la situación que hemos vivido, la del máximo accionista, que culpa al entrenador de querer imponer su criterio en los fichajes, es decir, de querer mandar en lo más relevante de una sociedad deportiva que es la inversión en futbolistas, y la otra parte, que seguramente estará pensando que se va porque empezaba a molestar en los planes del propietario para fichar y vender a su antojo. Lo que ha faltado es volundad de entenderse y ahí Marcelino tenía mucho que decir. En algún momento igual habría bastado con un guiño, ese transmitirle a Peter Lim que 'tú tranquilo, que de Kang In Lee me ocupo yo y vamos a hacer de él un gran futbolista que triunfará en el Valencia', porque es un valor muy importante del club en muchos sentidos. Lo que ocurre es que eso en realidad no podía pasar, no estaríamos hablando de Marcelino, sería otra persona distinta, no mi querido cabezón, y a estas alturas de la vida ya se sabe es complicado cambiar incluso cuando uno quiere, una reflexión que de hecho vale para el uno y para el otro.

Porque el proceder de Lim a lo largo del verano tampoco deja de ser sospechoso. No destituyó al entrenador cuando las cosas se empezaron a enredar y la pelota todavía no había empezado a rodar, cuando tenía tiempo y posibilidades de traer un sustituto a la altura de las expectativas y sobre todo cuando el mercado se podía reconducir. Lo que hizo fue empezar a actuar por su cuenta y dar largas continuamente a los de aquí, provocando situaciones en efecto surrealistas, dejando el proyecto a mitad de camino de lo que podía haber sido. Una lástima porque este era un verano para dar un impulso y un salto decisivo. Un error que espero corrijan en el mercado de invierno, a ver para entonces cómo le va el equipo con Celades. Un poco de pavor sí da.

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