Nunca será un buen ejercicio recurrir al error del VAR para justificar que no se ganó el partido del Getafe, porque si el equipo no se llevó los tres puntos no fue solo por eso sino por muchos otros errores. La conexión entre el árbitro y el asistente tecnológico no fue la única que falló en ese partido. Es tanto el daño que la decisión le hizo al Valencia CF, que efectivamente necesitaba mucho esa victoria y debió tener la opción de un penalti a falta de tres minutos que le negaron, como el descrédito para el propio sistema, que esta jugada deja totalmente en evidencia. Algo inexplicable que se tendrán que hacer mirar LaLiga. La cadena de errores que se produjo en ese minuto es posible que no tenga precedentes desde la implantación del VAR, y además todo de una manera incomprensible, ilógica. ¿Qué problema había para que el árbitro cuanto menos viera la jugada y tratara de tomar la decisión más justa y más correcta? No es posible defender con el reglamento y las imágenes en la mano que no exista al menos la duda razonable de que aquello fue penalti.

El mosqueo en el vestuario, en el club y en la calle es histórico. El Valencia CF, aunque evidentemente se va a quejar con toda la razón, no va a emprender ahora una cruzada contra los árbitros y el VAR cuando apenas se han jugado seis jornadas y, además, tiene otras batallas en que pensar, por mucho que ahora mismo es lo que les pide el cuerpo a todos. La primera de ellas es en Bilbao, donde el equipo está obligado a rehacerse y competir para no meterse en un lío. A ver si las conexiones allí funcionan como en Londres.