El Valencia CF ha dedidido cambiar de rumbo para desarrollar un nuevo modelo deportivo en el que no todo gire alrededor de la figura del entrenador, aunque ahora mismo todo son dudas y lo único cierto y claro es que hay un nuevo entrenador que es Albert Celades, sobre cuyas atribuciones en la estructura deportiva, el peso de su opinión en los fichajes o con quién habría de llegar a un consenso poco se ha dicho y hablado hasta ahora. Obviamente hay otras prioridades, la principal, recuperar al equipo y sobre todo ganar partidos, porque tampoco sabemos qué hará el máximo accionista si la cosa se tuerce y el Valencia con Celades no gana partidos. En cualquier caso, hay un entrenador que ha tomado un camino y, aunque insiste en que su sello es lo de menos, tiene intención de imponer un estilo diferente al que ha caracterizado a este equipo en los últimos años. Tiene su riesgo hacerlo en pleno mes de septiembre, cuando el equipo se ha quedado frío con todo lo ocurrido y la grada caliente, pero es el que han elegido aunque tiene pinta de que no se le parece a Marcelino ni en el estilo de calzoncillos que usa. Está por ver si su idea es idónea para esta plantilla que ha heredado o si en el mercado de enero harán los cambios oportunos para que lo sea, pero llegados a este punto, todo lo que no sea seguir con firmeza ese camino y ser fiel a sus ideas será un error que debilitará su posición y llenará de confusión a los jugadores. Salvando el partido de Londres, por momentos parece que esto funciona y de repente vuelve siempre el caos. Esto no va a ser fácil.

Mateu

Si Peter Lim tenía tanta prisa en acabar con Marcelino que lo despidió el 11 de septiembre, sin esperar a que perdiera dos partidos, no se entiende demasiado qué pretende con Mateu Alemany, que ayer decidía dejar de pasearse con el equipo de palco en palco cuando hace ya bastante tiempo que no ejerce de director general. Ni de nada, vamos. Es ahora mismo el ejecutivo mejor pagado del mundo aunque eso, siendo importante, seguramente es lo de menos, perjudica más la imagen del Valencia CF el descrédito de tener un ejecutivo de prestigio y muy reconocido en el fútbol profesional haciendo de florero, a la espera de que el máximo accionista tenga tiempo y ganas de resolver la situación.

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