Un desfase de 40 millones de euros en las cuentas del Valencia CFque obligará a vender jugadores es algo que nos resulta ya tan familiar que nadie se asusta por ello, es la misma canción de todos los años. Menos todavía en este ejercicio en el que teníamos ya algunos datos, porque el máximo accionista lo quiso evitar traspasando en agosto a Rodrigo Moreno al Atlético de Madrid. Esto solo se podría evitar ganando la Supercopa de Arabia si Rubiales hubiera hecho un reparto digno del dinero, y completando una muy buena RubialesChampions, que reportarían una serie de ingresos no previstos en el presupuesto muy relevantes.

Aunque, en realidad, ni siquiera es así. Como decía tantas veces el propio Mateu Alemany. Y ahí es donde ahora mismo radican todos los temores. Más que en el hecho de vender, pesa la incertidumbre que rodea el proyecto, las personas que al final decidirán qué jugadores pueden ser prescindibles y qué fichajes pueden venir para compensar y mejorar todo el potencial que el equipo pueda perder. Sabíamos dónde estaban las líneas rojas con Marcelino pero todavía no cuáles son los límites con Celades, tanto para comprar como a la hora de vender, una vez que el técnico ha demostrado con algunos hechos que podrá estar agradecido por la oportunidad pero tampoco es una marioneta de Peter Lim. Entre otras cosas porque eso el vestuario lo habría detectado hace ya bastante tiempo.