Sirve el ejemplo de Guedes para escenificar lo que puede llegar a pasar en un club que se ha liquidado a sus máximos responsables en materia deportiva y hace como que aquí no pasa nada. Releva también de sus funciones al director general, la persona más próxima al entrenador y que teóricamente le apoya y soluciona los problemas, pero aquí tampoco ha pasado nada. Después, que nadie se sorprenda cuando el club se encuentra de repente con un caso como el de Gonçalo Guedes, la inversión más importante del Valencia CF en toda su historia.

Primero, un mal momento alarmante en el arranque de temporada que no tenía una explicación clara. Si acaso, fue el entrenador el que, tratando de ayudar, le dio más minutos de los que seguramente merecía antes de sentarlo en el banquillo. Después, una lesión a la que nadie dio la importancia que realmente tenía y que acabó por hundir al jugador en la más absoluta negatividad. No es excusa pero, en estas circunstancias, que un joven de 22 años se acabe equivocando de actitud no es tan extraño.

Resultado, el futbolista ha acabado buscando fuera, en su familia y sobre todo su agente, lo que no ha encontrado aquí. Comprensión, alguien que le diga las cosas claritas, que le ponga las pilas, y por descontado que le busque el tratamiento adecuado para el problema médico que tenía. Que esto ocurra en un club de élite, que quiere competir en la Champions, no es ninguna tontería.

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