El fichaje de Joao Cancelo por el Manchester City el pasado verano fue una operación curiosa y sorprendente, primero porque la Juventus lo acababa de firmar pagando más de 40 millones al Valencia CF y, aunque es un club vendedor, el jugador había hecho una buena campaña. Y segundo porque el City tenía más urgencia para invertir una cantidad como esa en el centro de la defensa que en el lateral derecho, donde tiene un cañón como Kyle Walker que de momento no está dando opción al portugués. Una situación que, de alguna manera y desde la distancia, se veía venir, aunque ese es más bien problema de ellos, el de aquí es que el mercado se abrirá en un par de días y los fichajes deberían llegar cuanto antes porque el Valencia se juega mucho ya en enero.

Todo tiene ese punto extraño, habría que sumar también el empeño que puso Peter Lim, y hasta se puede extraer cierta duda de las palabras de Guardiola, cuando dice eso de «creo y espero» que Cancelo no se marchará en enero. Es como si estuviéramos ante algo que él tiene muy claro que no ha de pasar, pero que a su vez no está al cien por cien convencido de que no vaya a pasar.

Cuestión de matices y de sutilezas, de situaciones que en definitiva se pueden dar en todos los clubes del mundo, porque a veces nos creemos que solo aquí, hasta donde nos alcanza la vista, se cuecen habas. El Manchester City, aunque Guardiola tiene obviamente poder, también tiene unos dueños y también tiene un CEO que ejecuta las grandes decisiones estratégicas.