Al final acabaron teniendo razón los que defendían que el Valencia CF no debía disputar esta Supercopa. Porque el equipo, sencillamente, no estuvo. Y no por falta de ganas, que sin duda las había de ganar un nuevo título, sino porque en ningún momento se sintió en el partido, no hubo uno solo de sus jugadores que se sintiera cómodo desde el primer minuto hasta el final en el césped del estadio Rey Abdullah, donde por cierto el público saudí silbaba cada balón que el Valencia jugaba hacia atrás y aplaudía hasta los pases malos del Madrid que se iban fuera.

Esto, lo de que el equipo no estuvo ni compareció ni compitió, ocurre cuando el plan que el entrenador ha ideado para el partido no es bueno o simplemente sale mal, y en este caso parece más probable lo primero. Celades, que está haciendo un buen trabajo pero también se puede equivocar, volvió a aquello que casi nunca le funciona y, claro, esta vez tampoco funcionó.

Y el Real Madrid, injusto semifinalista de esta competición, fue tremendamente superior a ese equipo que jugaba de blanco y negro, y que como decimos no era el Valencia CF. Volveremos el año que viene, mejor si es como campeones de algo, con todas las de la ley, y si no como invitados...