Rubiales se opuso y logró bloquear situaciones del fútbol como el partido de los lunes o la celebración de un partido de LaLiga en Miami porque, según decía, «el negocio es importante pero más los aficionados». Ahora ya sabemos que se refería a los aficionados saudíes, que son los que gracias a él disfrutan de esta Supercopa de España, los que han vibrado con Messi y los que, vaya usted a saber por qué, abucheaban al Valencia CF. Al menos Tebas se comprometía a llenar aviones con aficionados para que animaran a los suyos.

La Supercopa no la ganará el campeón de LaLiga ni el campeón de la Copa del Rey, pero no pasa nada. Si algo ha quedado claro, aunque en realidad no había dudas, es que Arabia para pagar lo que paga exige al Barcelona y al Real Madrid, veremos qué se inventa la RFEF si un año de estos, por ejemplo, el Madrid queda cuarto en LaLiga y lo eliminan en octavos de la Copa. O si, como decía Quico Catalán, el Levante va y es campeón de la Copa. O si el año que viene a los árabes se les ocurre pedir que con el Barcelona y el Madrid quieren también al Manchester City y el PSG, y claro, igual Rubiales les tiene que decir que sí.

Es la diferencia de la que hablan Anil Murthy y el Valencia CF cuando denuncian que un torneo oficial, con un reglamento, no se puede confundir con un torneo comercial, por mucho dinero que haya por medio. No se pueden atropellar los méritos conseguidos en un campo de fútbol. Pasemos página.