Veo al Valencia CF excesivamente tranquilo con lo que hay cuando la realidad es que se ha consumido prácticamente la mitad de este mercado de invierno y la plantilla no ha registrado un solo movimiento relevante. Con un campeonato por delante en el que hay que remontar puntos al Sevilla y el Atlético de Madrid, que no es cualquier cosa, con unos octavos de final de la Champions ante el equipo de moda en Italia y una Copa en la que empieza ahora a defender el título de campeón.

Aquí hay dos cosas que pueden estar pasando. Una, que el club quiere reforzar el equipo aunque en realidad no esté por la labor de hacer un desembolso importante para ello, por eso ha tanteado jugadores sobre todo cedidos y por eso hasta hay quien abre el ojo ante la posibilidad de recibir 2,4 millones por el tema de Gonzalo Villar. Y otra, que la tensión se puede haber rebajado mucho con el cambio de Marcelino por Albert Celades. Vamos, en pocas palabras que la insistencia del actual entrenador a la hora de pedir fichajes no es ni de lejos la misma que la del anterior, desde luego en público está claro que no.

Si esto llega a ser así, se estará equivocando, porque lo que es cierto es que el nivel de exigencia no es inferior al de antes, los retos no son menos, el listón de la Champions. Celades, desde luego hay que hacerlo con respeto y con responsabilidad, cosas lógicas y normales, pero el entrenador tiene que pedir, si no apañado vas.

Quique Setién

De esto va a hacer casi tres años, fue cuando Layhoon y Peter Lim habían dejado la parcela deportiva del club de manera residual en manos de José Ramón Alexanko y este, creyendo que tenía ese poder, estuvo cerca de cerrar un acuerdo para que Quique Setién se convirtiera en el próximo entrenador del Valencia CF. Pero llegó Mateu Alemany, se reventó ese idea en cuestión de minutos y trajo a Marcelino, el resto de la historia ya la saben. De los pocos mensajes que cambié durante esos días con el cántabro, recuerdo que estaba loco por la música porque entrenar al Valencia CF colmaba sobradamente sus expectativas, pero ya vemos que los caminos del señor fútbol, y del señor Bartomeu, son inescrutables.