Antes que nada, el Valencia tiene que volver a ser el Valencia, el equipo que da la cara siempre sea cual sea el resultado, y no el coladero en que se ha convertido más o menos desde la Supercopa de Arabia. El mismo que, superadas las lógicas dudas iniciales con el nuevo entrenador, había tomado una línea ascendente que le llevó a jugar bien a fútbol y competir sin complejos ante Ajax y Real Madrid, por poner dos ejemplos bien gráficos.

Sea cual sea el motivo por el que a partir de un momento equivocó el camino, bajas, cansancio o malas decisiones de Celades por dar tres opciones, hay que dar marcha atrás si es necesario y hay que hacerlo cuanto antes. Hay dos Champions en juego, esta que es muy difícil y la próxima que de momento está a dos puntos, y ninguna de las dos va a ser posible si el Valencia que nos espera de aquí en adelante es el mismo de Mallorca, de Getafe y de San Siro, tres partidos que representan tres caminos equivocados hacia un mismo y fatal resultado.

Solo ellos pueden cambiar esto y el secreto está en que Albert Celades que es nos guste o no el entrenador y sus jugadores se pongan de acuerdo y sepan diferenciar entre cómo quieren y cómo pueden ganar partidos, entre cómo les gusta y cómo conviene jugar. O entrenar. Atentos a Anoeta, o como se llame ahora, porque tiene que dar algún atisbo de reacción. Solo así es posible pensar que el mismo equipo que se llevó cuatro le pueda dar la vuelta a esa eliminatoria en Mestalla, hacer tres goles y que no le metan ninguno. No es un milagro lo que necesita el Valencia CF, sino un cambio.