Dos mensajes deja el presidente de la UEFA para los clubes, una buena y otra no tanto. La buena, el dinero que los clubes se han ganado hasta la fecha con su participación en competiciones europeas parece ser que estaría garantizado, lo que para el Valencia CF, por ejemplo, supone un respiro importante en una temporada en la que batirá su récord de ingresos en la Champions. La mala, que la evolución de la pandemia puede llevar a reanudar las competiciones a finales de junio o incluso más allá en un calendario caótico y con la obligación de acabarlas, aunque por primera vez habla de la posibilidad de que no se jueguen.

Con este escenario, sin saber cuándo acabará la temporada y mucho menos cuando comenzaría la próxima, cuándo y cómo se podrá fichar y de cuánto dinero va a disponer cada cual, a los clubes no les queda más que aprovechar al máximo este paréntesis en los despachos, trabajar mucho, definir objetivos futuros y tenerlos muy atados por lo que pueda venir. En medio de esta indefinición generalizada y con el río así de revuelto, el Valencia CF no se puede permitir tener una situación como la de Ferran Torres por muchas semanas más, está obligado a renovarlo sí o sí porque no hay otro camino posible, ya sea para disfrutarlo por muchos años o para obtener de él un rendimiento económico en el futuro acorde a su cotización al alza en el mercado. Además, en un visto y no visto lo puede perder mientras seguimos ocupados en otras cosas.

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