Kim. A ella hace tiempo que dejé de seguirle la pista, no me interesa nada de lo que dice aunque entiendo el cabreo de la gente por sus torpes palabras en el fondo y en la forma. Kiat. Él, hasta hoy desconocido por el valencianismo, es el hijo de Peter Lim, lo cual no deja de ser una buena noticia porque da la impresión de estar algo más centrado. También es suyo el Valencia CF, al menos las acciones, pero de otra manera, sin ese punto de frivolidad y altanería que transmite su hermana.

Nunca se puede justificar el insulto y la descalificación hasta tales extremos por mucho que la gestión de Meriton vuelve a llevar al club a donde no queríamos volverlo a ver, a instalarse de nuevo en esa crisis deportiva que por lo visto es cíclica en función de si el máximo accionista interviene más o menos, pero en parte se lo tienen merecido, por los errores y por dejar que esta chica nombre siquiera el Valencia CF.

Compraron el Valencia y todos sabemos por qué, dónde estaba y cómo podía haber acabado. Sabemos que la empresa les pertenece, pero también que cuando compraron esas acciones adquirieron unos compromisos que han de cumplir. Deportivos, económicos y también éticos. Además de mirar las críticas, Meriton ha de repasar sus errores y sobre todo cumplir con todo lo que asumieron, hacer un gran equipo, con una estructura fuerte, estar y competir en la Champions, respetar la historia del club y acabar ese estadio. No lo están haciendo.